Escrito por Azucena Carrera, vocal del Programa de actividades preventivas y promoción de la salud (Papps) de Socalemfyc
Últimamente, parece que la llegada del verano en nuestro país se acompaña cada vez mas de las habituales olas de calor. Pero ¿que es una ola de calor? En España, la Agencia Estatal de Meteorología define la ola de calor cuando se registran durante al menos 3 días consecutivos temperaturas
más altas a las máximas habituales (con valores superiores al percentil
95) durante los meses de julio y agosto, en al menos un 10% de las estaciones meteorológicas.
El fenómeno de las olas de calor es algo que
se repite de modo habitual
en los últimos años, quizá debido a los efectos del calentamiento
global, aunque es precipitado sacar conclusiones sobre esto, pues hacen
falta registros de más años, para poder concluir que el aumento de las
temperaturas es una tendencia y no algo meramente puntual.
A pesar de que es algo a lo que ya estamos acostumbrados, o nos vamos acostumbrando, este año hay
algunas características que distinguen la ola de calor de las de otros años:
En primer lugar que la
temida ola ha llegado antes
de que comience el verano, y como es habitual “sin avisar”, por lo que
nuestro organismo no esta todavía adaptado a las altas temperaturas y
los efectos de estas son más acusados.
En segundo lugar, otro hecho del que quizás no hemos sido muy
conscientes en años anteriores, es el efecto de esta ola de calor
sobre la contaminación atmosférica,
debido al aumento de concentración del ozono troposférico, que se forma
en la atmósfera. Este ozono es un contaminante con importantes
repercusiones en la salud, sobre todo para aquellas personas más susceptibles como son los
niños, ancianos, embarazadas y personas con
patología respiratoria crónica.
La concentración de este ozono aumenta en situaciones de calor
excesivo, con el peligro que ello representa para la salud humana. Como
dato anecdótico, a consecuencia de este aumento de la contaminación
atmosférica, durante el fin de semana pasado, el
Ayuntamiento de Valladolid se
ha visto obligado a restringir el trafico en el centro de la ciudad,
por haberse superado el limite legal establecido de las concentraciones
de ozono.
Como ciudadanos es nuestro deber contribuir a limitar esta
contaminación usando el transporte público y reduciendo la utilización
del transporte privado; y a nivel de protección de nuestra salud
individual,
evitar la realización de esfuerzos físicos importantes en las horas centrales del día y, sobre todo,
evitar la práctica de ejercicio al aire libre.
Pero aparte de que el calor y las altas temperaturas
se han convertido en el tema de conversación habitual, es importante
que todos sepamos cómo actuar para prevenir los efectos nocivos del
calor sobre la salud, qué personas son las mas susceptibles y
precauciones debemos adoptar respecto al consumo de fármacos. De esta
manera conseguiremos minimizar los efectos de las altas temperaturas
sobre la salud.
Es fundamental difundir las medidas generales de prevención entre la población
- Evitar salir de casa durante las horas centrales del día.
- Beber más líquidos, sin esperar a tener sed. Sobre todo agua y zumos de fruta ligeramente fríos.
- Evitar comidas copiosas y calientes.
- Tomar verduras y frutas y no abusar de las bebidas alcohólicas, ya que el alcohol aumenta la deshidratación.
- Reducir la actividad física.
- Usar ropa de tejidos naturales, ligera y holgada, de colores claros, sombrero, gafas de sol y cremas protectoras solares.
- Mantener las casas lo más protegidas del calor que se pueda: durante
el día bajar las persianas y cerrar las ventanas; abrirlas por la
noche para ventilar y refrescar.
- Cuando estacione el coche no deje en el interior a niños ni ancianos con las ventanillas cerradas.
Ayude a las personas que puedan estar en mayor
riesgo
de sufrir los efectos del calor. E identifique a los grupos de más
riesgo de sufrir los efectos deletéreos del calor, para poder realizar
una intervención más temprana en caso necesario: Las personas mayores,
los discapacitados y los niños pequeños, porque sus mecanismos de
adaptación al calor son mas deficientes. También las personas con
determinadas enfermedades crónicas como enfermedades cardiovasculares,
diabetes mellitus, enfermedad pulmonar obstructiva crónica,
insuficiencia renal, enfermedad de Parkinson, enfermedad de Alzheimer o
patologías similares, y enfermedad psiquiátrica, que pueden ver alterada
su enfermedad por los mecanismos de adaptación al calor, o por la
alteración del metabolismo de los fármacos que toman.
Aquellos que estén realizando algún tratamiento médico
que interfiera con los mecanismos de termorregulación o con la
regulación del equilibrio hidroelectrolítico, pueden ser especialmente
sensibles a las elevadas temperaturas. Y por supuesto, aquellas personas
que tienen que
trabajar al aire libre cuando las temperaturas son elevadas.
Actualmente el numero de personas con pluripatología aumenta, a
medida que aumenta la edad de la población en nuestra sociedad. Esta
personas suelen estar polimedicadas y por tanto son susceptibles de
sufrir más complicaciones en situaciones de
temperaturas elevadas. Si
bien no se ha podido achacar directamente a ningún medicamento la
responsabilidad sobre ciertos estados patológicos que pueden aparecer
en las olas de calor, bien es cierto que estos sí que pueden influir en
los mecanismos de adaptación del organismo, y contribuir al
agravamiento de los síntomas desencadenados por el calor.
Algunos medicamentos pueden incluso desencadenar situaciones de
hipertermia en condiciones ambientales de temperaturas normales. Pero
como siempre, es la suma global de diversos factores, y no solo el
efecto aislado del medicamento, lo que puede contribuir a la
desestabilización del paciente y sus patologías preexistentes: Desde los
factores propiamente individuales, asociados a la fragilidad, como
pueden ser la falta de autonomía del paciente para adoptar las medidas
higiénico-dietéticas necesarias, para manejar su medicación, situaciones
de dependencia o invalidez, desconocimiento de las medidas preventivas
necesarias, patologías descompensadas recientemente, hasta factores
económicos: situaciones de precariedad económica, condiciones
inadecuadas de la vivienda, falta de climatización, factores sociales,
como situaciones de aislamiento y exclusión social, e incluso factores
medio-ambientales: espacios sin zonas verdes, edificios mal aislados,
etc.
Por lo tanto, antes de modificar ningún régimen terapéutico, que este
adecuadamente prescrito, es necesario revisar todos estos factores, y
sobre todo valorar el adecuado cumplimiento de las medidas
higiénico-dietéticas.
Los profesionales sanitarios de Atención Primaria somos los que
mejor conocemos a nuestros pacientes y más cerca estamos de ellos para
poder informar y actuar en caso necesario.
Y por último, no hay evidencia científica que avale la fabricación de
abanicos de papel, ni la utilidad del “ dobla, dobla, dobla” como
terapia.
Ánimo, y a pasar buen verano.
Para más información sobre los medicamentos que pueden afectar al organismo durante una ola de calor:
https://www.aemps.gob.es/informa/notasInformativas/medicamentosUsoHumano/2016/docs/NI-MUH_08-2016-ola-calor.pdf