Tener ERC condiciona, por una parte, aumentar el riesgo de
sufrir un evento relacionado con la enfermedad vascular (angina, infarto o ictus),
y, por otra parte, el deterioro progresivo de la función renal puede llevar al
paciente a necesitar diálisis o trasplante renal.
En España, el estudio EPIRCE halló en 2010 que la ERC afecta
aproximadamente al 10% de la población adulta española y a más del 20% de los
mayores de 60 años, y además, seguramente está infradiagnosticada.
Más recientemente, el análisis de la información recogida en
el estudio ENRICA-Renal ha situado la prevalencia de la ERC en el 15,1%, por
encima de la estimada por The Global Kidney Health Atlas para España.
Por comunidades autónomas, la mayor prevalencia de pacientes
con ERC y en tratamiento renal sustitutorio (diálisis o trasplante) se da en
Canarias.
Se han descrito numerosos factores de riesgo de inicio y de progresión de la ERC.
La coexistencia simultánea de estos factores es frecuente y modulan el daño
renal:
- · Condiciones no modificables: edad, género, raza, bajo peso al nacer.
- · Alteraciones modificables, y que de forma directa o indirecta pueden inducir o agravar el daño renal: HTA, diabetes, obesidad, dislipemia, tabaquismo, hiperuricemia y enfermedad cardiovascular.
En el siguiente enlace te explicamos cómo detectarla, cuáles pueden ser los síntomas, qué tratamiento requiere y cómo prevenirla.
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