Las autodenominadas “bebidas energéticas” (entre comillas) se han colado en nuestras vidas con la misma rapidez con la que se expande un peligroso incendio. Hay varios motivos por los que conviene entrecomillarlas, como hace la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). El más importante es el siguiente: pese a que es una acepción que nos hace creer que nos proporciona energía, lo cierto es que la EFSA no permite, desde 2011, que los fabricantes de estas bebidas les atribuyan la capacidad de mejorar el rendimiento mental, el tiempo de reacción, la alerta o la memoria, o de “energizar”. Pese a ello, su publicidad insinúa que pueden “energizar” o “potenciar” a sus consumidores. Cuando lo único que hacen es aumentar nuestro riesgo de sufrir diversos trastornos.
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