Los
antibióticos, también llamados antimicrobianos, son un tipo de
medicamento que puede matar a las bacterias o inhibir su crecimiento y
así curar infecciones en las personas, los animales y, en ocasiones,
en las plantas. Los antibióticos no curan infecciones causadas por
virus, como el resfriado común o la gripe, únicamente son eficaces para
combatir las infecciones bacterianas. El diagnóstico correcto y la
decisión respecto a la necesidad de administrar antibióticos son
competencia exclusiva de los médicos, por ello se han de seguir siempre
las indicaciones del médico y tomar los antibióticos cómo y cuándo él
lo indique.
Se dice que una bacteria ha
desarrollado resistencia cuando un antibiótico específico pierde su
capacidad para eliminarla o para detener su crecimiento. Las bacterias
resistentes sobreviven en presencia del antibiótico y siguen
multiplicándose, prolongando la enfermedad e incluso causando la
muerte. Las infecciones provocadas por bacterias resistentes requieren
mayores cuidados así como el uso de antibióticos alternativos y más
costosos que, en ocasiones, pueden tener efectos secundarios más
graves.
El uso excesivo e inadecuado de
los antibióticos acelera la aparición y la propagación de bacterias
resistentes. Éstas pueden diseminarse y causar infecciones a otras
personas que no hayan tomado ningún antibiótico. Las bacterias
resistentes podrían llegar a ser inmunes frente a cualquier antibiótico
conocido. Sin antibióticos eficaces, regresaríamos a la “era anterior a
los antibióticos”, y los trasplantes de órganos, la quimioterapia
contra el cáncer, los cuidados intensivos y otros procedimientos médicos
ya no serían posibles.
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