El acné es una enfermedad crónica de la piel que implica inflamación (enrojecimiento, hinchazón, dolor) de la piel de la cara, el cuello, el pecho o la espalda.
El acné puede adoptar muchas formas, como espinillas, puntos negros, espinillas, nódulos profundos y quistes. El acné puede ser causado por una disminución del recambio y desprendimiento de la piel, una mayor producción de sebo (una sustancia aceitosa y cerosa producida por las glándulas para lubricar la piel) y ciertos tipos de bacterias cutáneas. Otros factores incluyen la genética, las hormonas, la estimulación mecánica (fricción, frotamiento, pellizcar, apretar), ciertos medicamentos (como corticosteroides) y productos y cosméticos para el cuidado de la piel. El acné no tratado puede provocar cambios en el color de la piel, cicatrices y angustia psicosocial y emocional.
Medicamentos para tratar el acné
El acné leve se trata con medicamentos tópicos (aplicados a la piel), algunos de los cuales están disponibles sin receta. Los tratamientos tópicos a menudo se usan en combinación. Los efectos secundarios pueden incluir sequedad, enrojecimiento e irritación de la piel. Los pacientes con acné deben discutir las opciones de tratamiento con su médico de atención primaria o un dermatólogo. Los antimicrobianos tópicos se dirigen a ciertos tipos de bacterias de la piel. Los ejemplos incluyen peróxido de benzoílo, clindamicina, eritromicina y ácido azelaico. Los retinoides tópicos aumentan la renovación y desprendimiento de células de la piel y disminuyen la producción de sebo y otras causas de inflamación. Los ejemplos incluyen adapaleno, tretinoína, tazaroteno y trifaroteno. Otros tratamientos para el acné incluyen dapsona tópica, azufre y ácido salicílico.
El acné moderado y severo, junto con el acné leve que no responde a los tratamientos anteriores, se pueden tratar con medicamentos más fuertes, muchos de los cuales se toman por vía oral. Los antibióticos se dirigen a ciertos tipos de bacterias de la piel y están disponibles en forma tópica (minociclina) y oral (doxiciclina, minociclina, sareciclina). Los tratamientos hormonales se dirigen a los receptores hormonales y reducen la producción de sebo. Están disponibles en forma tópica (clascoterona) y oral (espironolactona, ciertas píldoras anticonceptivas). Los retinoides orales (isotretinoína) se reservan para las formas de acné más graves y resistentes al tratamiento.
En general, los medicamentos orales tienen más efectos secundarios que los tratamientos tópicos. Muchos tratamientos para el acné no se pueden usar durante la lactancia o el embarazo, y algunos, como la isotretinoína, requieren análisis de sangre para controlar los efectos secundarios dañinos. El cuidado básico de la piel también puede ser útil para el tratamiento del acné, incluidos los limpiadores suaves para la piel, los productos para el cuidado de la piel no comedogénicos (que no bloquean los poros) y evitar frotar y pellizcarse la piel.
Otros tratamientos para el acné
Se pueden usar tratamientos físicos selectos para la piel para todas las etapas del acné, aunque hay menos evidencia de estos en comparación con los medicamentos tópicos y orales. Los tratamientos incluyen peelings químicos, microdermoabrasión (exfoliación física de la capa externa de la piel) y tratamientos con láser o con luz.
Qué esperar después del tratamiento
El éxito del tratamiento implica tanto la resolución de las lesiones actuales del acné como la prevención de nuevos brotes. Por lo general, se necesitan de dos a tres meses de tratamiento constante para evaluar el éxito del tratamiento. Debido a que todos responden de manera diferente a los medicamentos, los planes de tratamiento del acné pueden cambiar con el tiempo, pueden involucrar diferentes combinaciones de tratamientos y pueden requerir diferentes estrategias de tratamiento para los brotes agudos versus el mantenimiento a largo plazo de la piel clara.
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