https://jamanetwork.com/journals/jama/fullarticle/2797200
La embolia pulmonar (EP) es un coágulo de sangre que bloquea un vaso sanguíneo en el pulmón.
Una embolia pulmonar generalmente es causada por un coágulo de sangre que se forma en una vena (generalmente en la pierna o la pelvis, o menos comúnmente en el brazo) y viaja a través del torrente sanguíneo hasta los pulmones. En los EE. UU., la EP afecta aproximadamente a 370 000 personas por año y se estima que causa entre 60 000 y 100 000 muertes por año. Signos y síntomas de la embolia pulmonar Los pacientes con una PE pequeña pueden no experimentar síntomas. Los EP más grandes comúnmente causan dificultad para respirar y dolor en el pecho. Los EP muy grandes pueden limitar la capacidad del corazón para enviar sangre al pulmón, lo que provoca presión arterial baja (choque), desmayo o la muerte. Factores de riesgo para la embolia pulmonar Los factores de riesgo para la EP incluyen antecedentes personales o familiares de coágulos sanguíneos, edad avanzada, diagnóstico actual de cáncer, uso de anticonceptivos orales que contienen estrógeno, embarazo y puerperio (hasta 3 meses después del parto). Otros factores que aumentan el riesgo de PE incluyen cirugía reciente, fractura o lesión traumática e inmovilización (como un viaje largo en avión o en automóvil). Diagnóstico de embolia pulmonar El primer paso del diagnóstico consiste en determinar la probabilidad de EP utilizando un sistema de puntuación validado o la opinión clínica de un médico tratante. Los pacientes con riesgo bajo o moderado de EP generalmente se someten a análisis de sangre para detectar dímero D, que es un subproducto de la coagulación de la sangre. Si el nivel de dímero D es bajo, no se necesita una evaluación adicional para PE. Se debe ordenar un estudio de imagen para todos los pacientes con alto riesgo de TEP y aquellos con riesgo bajo o intermedio que tienen dímero D elevado. La prueba de imagen preferida es una angiografía pulmonar por tomografía computarizada (TC), que utiliza contraste intravenoso para identificar coágulos de sangre en la arteria pulmonar. ¿Cómo se trata la embolia pulmonar? El tratamiento de la EP generalmente implica el uso de un anticoagulante, que se inicia inmediatamente después de realizar el diagnóstico y, por lo general, se continúa durante 3 a 6 meses. A los pacientes con ciertos factores de riesgo persistentes de PE (como un trastorno de la coagulación hereditario) se les puede recetar un tratamiento anticoagulante prolongado o de por vida. El medicamento preferido para la mayoría de los pacientes con EP es un anticoagulante oral directo (DOAC), que incluye apixabán, rivaroxabán, edoxabán y dabigatrán. Los medicamentos antagonistas de la vitamina K (como la warfarina) se recomiendan para pacientes con ciertas afecciones asociadas con un mayor riesgo de coágulos sanguíneos (como el síndrome de anticuerpos antifosfolípidos). Las pacientes embarazadas con PE deben ser tratadas con heparina de bajo peso molecular porque este medicamento no causa anomalías fetales. Los pacientes con alto riesgo de muerte por EP (aquellos con shock) sin un mayor riesgo de sangrado deben recibir un medicamento para disolver coágulos. Otras opciones de tratamiento para la EP de alto riesgo pueden incluir la terapia con catéter o la cirugía para eliminar los coágulos de sangre del pulmón. Consecuencias potenciales de la embolia pulmonar Algunos pacientes desarrollan el síndrome post-PE, que puede incluir dificultad para respirar y disminución de la calidad de vida relacionada con la salud varios meses después de comenzar la anticoagulación. Aproximadamente del 1 % al 4 % de los pacientes con EP aguda desarrollan presión crónicamente elevada en la arteria pulmonar (hipertensión pulmonar tromboembólica crónica). Esta condición tiene una tasa de mortalidad del 25% al 30% a los 3 años, si no se trata, pero se puede curar o mejorar con cirugía.
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