jueves, 23 de junio de 2016

La SEGG recuerda las necesidades hídricas especiales de las personas mayores.

Habitualmente, cuando se aborda la alimentación y nutrición, el protagonismo que se le concede al agua es escaso. En las personas mayores, el agua ha de contemplarse como un nutriente esencial y de primer orden, sin valor calórico o energético, pues carece de macronutrientes (hidratos de carbono, grasas o proteínas), pero con un aporte de micronutrientes no despreciable, en forma de minerales: calcio, fósforo, magnesio, flúor y electrolitos (sodio, potasio y cloro).  

Tal y como explica la doctora Rosa López Mongil, coordinadora del Grupo de Trabajo de Nutrición de la SEGG, “esto ha de servirnos de reflexión y animar o sensibilizar a las personas mayores, así como a los cuidadores y a los agentes de salud que les atienden, a fin de minimizar la incidencia de los problemas relacionados con una ingesta deficiente de agua y estimularles para conseguir mantener una ingesta líquida suficiente, que evite la deshidratación para la que tanta debilidad presentan los mayores”.

¿Cuándo empieza la deshidratación?
El mecanismo de la sed se despierta cuando se ha perdido el 1-1,5 por ciento del líquido corporal, que es cuando comienza el proceso de deshidratación. Por ello, debemos establecer unas recomendaciones para las personas mayores, que amortiguarían las necesidades adicionales de líquidos, evitando cuadros de deshidratación y descompensaciones orgánicas, ante determinadas situaciones extraordinarias como un aumento de temperatura ambiental, problemas digestivos: pérdidas gastrointestinales (vómitos, diarreas, hemorragia, obstrucción intestinal), Pérdidas cutáneas en los problemas de salud que se acompañen de respiración acelerada, situaciones en las que se produzcan aumento de las necesidades de líquidos como fiebre, calor, quemaduras, fibrosis quística, sudoración, actividad y ejercicio físico… Pérdidas renales: nefropatía pierde sal, enfermedad de Addison, hipoaldosteronismo Además, hay que tener en cuenta que “algunos medicamentos que cotidianamente toman las personas mayores modifican y aumentan las necesidades de agua como los diuréticos, fenitoína, teofilina, broncodilatadores, laxantes, etcétera”, explica la Dra. López Mongil.  

Características del agua para los mayores


  • El agua debe ser sin gas para evitar las flatulencias, salvo en casos excepcionales en los que así se prescriba para evitar dispepsias.
  • El agua no debe ser muy rica en minerales, para evitar desequilibrios hidroelectrolíticos y descompensaciones de patologías como la hipertensión arterial, insuficiencia cardíaca congestiva, etcétera.
  • No es necesario que toda la ingesta externa de líquidos se efectúe exclusivamente a expensas de agua, se pueden utilizar alternativas adaptándose a las apetencias individuales con leche, zumos, infusiones, tisanas, caldos, sopas, gazpacho, gelatinas…
  • En épocas estivales utilizar alimentos ricos en agua: leche entera o preferentemente desnatada o semidesnatada, yogur, verduras, fresa, sandía, melón, zumos…
  • El agua se debe tomar a una temperatura agradable. Se considera óptima entre 12-14 grados centígrados. Evitar temperaturas más frías por irritaciones faríngeas (faringotraqueitis)…
  • Las bebidas isotónicas son las recomendadas. No deben superar el 12 por ciento de su contenido en hidratos de carbono, para que no interfieran la absorción del líquido.
  • Buscar sabores fuertes, con edulcorantes, incluso limón, lima. Resultan muy útiles también ante problemas deglutorios.    
¿Cuándo beber? 
  • La ingesta se efectuará gradualmente a lo largo de todo el día, forzando más en la mañana y tarde, para evitar los despertares y la incontinencia nocturna.
  • En cada comida (desayuno, comida, merienda y cena) se debe tomar un vaso de agua para favorecer la ingestión de sólidos. Evitar beber inmediatamente antes, así como sobrepasar 1,5 vasos durante las comidas, pues provoca llenado gástrico y saciedad.
  • Estimular para que la persona mayor ingiera una cantidad adecuada de líquidos al día (1,5 a 2 litros). ·      Aconsejar que si se aumenta la fibra dietética, es necesario también aumentar la ingestión de líquidos para prevenir la impactación fecal.
  • Tomar cerveza a diario tiene una influencia negativa para el estreñimiento crónico.
  • Durante los períodos existentes entre las comidas, tomar al menos de 4-6 vasos de agua fraccionados.
  • En personas que necesiten suplementos, la presentación líquida del mismo tiene un menor efecto saciante y mejora la ingesta especialmente en pacientes edéntulos o sin dientes, o pacientes con escaso apetito.
  • La modificación de la textura de los líquidos es especialmente impostante en pacientes ancianos con disfagia orofaríngea para que se mantengan adecuadamente hidratados y libres de aspiraciones traqueobronquiales.

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