Una situación que merma la salud mental de los niños y sobre la que podemos actuar con celeridad y evitando males mayores.
Es altamente frecuente que los niños que se atienden en consulta de neuropediatría sufran acoso escolar. Si lo pensamos son el blanco perfecto de los acosadores. Cuando no es por su físico, lo será por su conducta o por la dificultad que tienen para defenderse de estos ataques.
La depresión y la ansiedad están muy presentes en las consultas de neuropediatría, las vemos asociadas a trastornos del aprendizaje –como el TDA-H–, de la conducta o del neurodesarrollo – como la discapacidad intelectual o el autismo–. Los problemas mentales también pueden causar síntomas físicos – cefalea o molestias abdominales– o confundirse con otros problemas dificultando su diagnóstico.
Si a todo esto añadimos el acoso escolar, en los niños con problemas neurológicos sufrir ansiedad y depresión está casi asegurado. Si no hacemos nada el problema se hará crónico y en los casos más graves llevará incluso al suicidio, ¡no exagero!
Sufrir acoso escolar merma la dignidad y la autoestima, los bienes más preciados de la persona.
A pesar de noticias tan terribles como las que he leído en la última semana, seguimos sin tomarnos en serio el acoso escolar.
No es gracioso ni son cosas de niños, es acoso escolar.
Y es muy importante detectar enseguida el abuso escolar para frenarlo cuanto antes. Reconocer conductas que, repetidas, pueden indicar acoso:
- niños que provocan, molestan, empujan o golpean repetidamente a otros
- usan motes despectivos o insultos para referirse a sus compañeros
- mienten o difunden falsos rumores
- aíslan sistemáticamente a otros niños impidiendo que los demás se relacionen con ellos
- quejas físicas: dolor de cabeza, de tripa, náuseas, mareos…
- cambio en los hábitos de alimentación o sueño: perder el apetito o comer más de la cuenta, insomnio, pesadillas…
- empeoran las notas
- cambios en su actividad social: no quiere salir con sus amigos, no le interesan cosas que antes le encantaban, no quiere ir al colegio…
- cambios emocionales: nervioso, rabioso e incluso violento en casa, sentimientos de culpa, llanto incontrolable…
Pero si importante es detectar a la víctima, aún lo es más detectar al acosador. ¿Y si fuera nuestro propio hijo el que está acosando? Los niños que acosan también necesitan ayuda, de otro tipo, pero la necesitan o el problema se perpetuará. Hay que estar atento cuando un niño presenta estas conductas:
- solo acepta que se haga siempre su voluntad
- no se siente bien ni disfruta del juego compartido, tiende a establecer relaciones de poder
- es distante y frío, no sabe ponerse en el lugar del otro
- ante un conflicto utiliza la agresividad para resolverlo
Si no hacemos nada el acosador se acostumbrará a tratar así a las personas y el acosado sentirá que es normal que se le menosprecie. La salud mental de ambos y de los que les rodean se verá resentida.
Creo sinceramente que la única salida para esta lacra es mejorar la educación, no solo de nuestros niños y jóvenes sino también de toda la sociedad, especialmente educar en la inclusión.
Los niños con problemas del neurodesarrollo son especialmente vulnerables al acoso escolar y deberíamos estar aún más atentos y actuar ante cualquier signo de alarma.
Recuerda siempre que no solo tienes el derecho de ser un individuo, tienes la obligación de serlo. –Eleanor Roosevelt
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