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Alrededor de la mitad de la población tiene alguna alteración del ritmo cardiaco. Sin embargo, no todas esas alteraciones, llamadas arritmias, nos avisan de un problema. Algunas no indican nada. Es el caso las extrasístoles, que no afectan al funcionamiento cardiaco. Pero otras sí son una señal de que hay algo que está fallando.
Como explican los cardiólogos, el corazón es capaz de latir por unos impulsos eléctricos que hacen que las aurículas y los ventrículos se contraigan, y lo ideal es que lo hagan de forma sincrónica y rítmica. Cuando esto no ocurre es porque o bien el impulso eléctrico no se genera adecuadamente o bien se origina en un sitio erróneo o los caminos para la conducción eléctrica están alterados. Y puede deberse a un defecto congénito, a que hayamos pasado por un evento cardiovascular que ha dejado una señal, como un infarto que ha producido una cicatriz en el corazón, o a factores adquiridos como la edad o la hipertensión arterial, entre otros.
Pero, ¿cómo saber si estamos teniendo una arritmia? El síntoma más frecuente son las palpitaciones. Es decir, si sentimos el latido cardiaco de forma incómoda es posible que estemos teniendo una arritmia, como señala el Dr. Nicasio Pérez Castellano, miembro de la Sociedad Española de Cardiología, en este vídeo. Pero no es el único síntoma posible ya que, en el caso de arritmias graves, incluso podemos llegar a perder el conocimiento o, en el peor de los casos, sufrir una muerte súbita. Sin embargo, también es posible el escenario contrario: que el paciente sufra una arritmia sin notar síntomas de ningún tipo.
Tipos y tratamientos
Diagnosticarlas es la única manera de poder tratarlas. Para hacerlo es necesaria una prueba como el electrocardiograma, que registra la actividad eléctrica del corazón. Sin embargo, aunque se tenga la sospecha de que el paciente ha tenido arritmias, si en el momento de hacer la prueba estas no se presentan, el cardiólogo no podrá diagnosticarlas. Será entonces necesario un holter, que en realidad es un electrocardiograma de larga duración, habitualmente de 24 horas. Si tampoco da resultado, existe otra prueba, el estudio electrofisiológico, en la que el cardiólogo puede provocar la arritmia, ver el origen y curarla con una ablación.
Las arritmias pueden dividirse en dos grandes grupos: las de frecuencia cardiaca elevada (taquicardias) y las de frecuencia cardiaca lenta, por debajo de lo que necesita el organismo (bradicardias). En las primeras, el límite suele establecerse en100 latidos por minuto, aunque no siempre que se supera esta cifra estamos hablando de un problema ya que, por ejemplo, cuando hacemos ejercicio, lo normal es que tengamos más de 100 latidos por minuto. Solo si esa frecuencia cardiaca se da en reposo o va acompañada de síntomas molestos podríamos estar ante una taquicardia que deberíamos tratar.
Para tratarla es importante vigilar los factores que predisponen a ella o que la agravan (isquemia cardiaca, inadecuada oxigenación de la sangre, insuficiencia cardiaca…). Además, existen fármacos que pueden ayudarnos a controlarlas, aunque en ocasiones será necesario realizar una cardioversión eléctrica para eliminar la arritmia. También puede realizarse el estudio electrofisiológico del que hablábamos con anterioridad, que además de diagnosticar permite tratar las arritmias mediante una ablación que consiste en aplicar corrientes eléctricas que producen pequeñas quemaduras, anulando las zonas que provocan las arritmias.
En cuanto a la bradicardia, aunque generalmente se establece el umbral de los 60 latidos por minuto, por debajo de los cuales hablaríamos de bradicardia, no hay un límite fijo, ya que por ejemplo los deportistas pueden estar por debajo de esta frecuencia cardiaca sin que eso suponga una señal de alarma. Para tratarlas puede ser necesaria la colocación de un marcapasos, que estimula el corazón cuando es necesario.
Diferencias entre sexos
La mayoría de estudios indican que las arritmias son más frecuentes en los hombres, pero también las mujeres pueden sufrirlas. De hecho, por encima de los 75 años la incidencia es igual en hombres y en mujeres. Y aunque el síntoma más común en ambos sexos son las palpitaciones, en las mujeres pueden manifestarse otras señales.
Como explicaba en esta nota de prensa la Dra. Concepción Alonso Martín, cardióloga miembro de la SEC, “las mujeres tienen más síntomas que los hombres y son más atípicos”. Entre ellos cita, además de las palpitaciones, fatiga, debilidad, sensación de falta de aire, falta de concentración, dolor de cabeza o sudoración. “Esto hace que con mayor frecuencia sean diagnosticadas como trastornos de ansiedad o problemas con la tensión arterial, retrasándose de esta forma el diagnóstico y el correcto tratamiento”, señala la cardióloga.
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